Las campanas suenan y los políticos se acicalan cada 4 de julio. Ellos y sus medios corporativos reciben el día como una celebración de libertad universal, una cosa única que hace de Estados Unidos un lugar de libertad, justicia y el ‘estilo americano de vida’.
Pero no profundicemos mucho, porque ese estilo es más de un mito. Es una mentira oscura y monstruosa.
Mientras millones se atascan de hamburguesas y hot dogs, miles de refugiados se sientan en el suelo, duermen en el suelo, y cuando tienen sed, están obligados a beber de la taza de baño como perros.
Mientras millones encienden cohetes, miles, tal vez decenas de miles, intentan descansar en ropa sucia que no ha sido lavada durante semanas, como sus propios cuerpos. Sigue leyendo